Lo sostiene el Sol de las Escuelas, el Angélico Doctor de la Iglesia, Santo Tomas
de Aquino <<Después de Dios, a los padres y a la patria es a quienes más debemos.
La piedad se extiende a la patria en cuanto que es en cierto modo principio de
nuestra existencia>>.
Los pecados llamados sociales quebrantan
dicha piedad, que es honra, respeto y, si es preciso, sacrificio de la propia vida.
Santa es la patria en cuanto es obra de Dios. <<Y el sacrilegio consiste
en tratar irreverentemente las cosas santas>> (2-2 q.99 a.4). Por
eso la traición a la patria es un verdadero sacrilegio. <<La Iglesia no infringe a
los sacrílegos la pena capital, pero la sustituye
por la EXCOMUNIÓN>> (Ibid).
Lachance, comentando
a Santo Tomás en q. 101 a.3, afirma que << Hay que descartar por falsa la
tendencia del internacionalismo en el sentido de que no debe tener el hombre
una patria>>. Y León XIII recuerda que <<debemos
amar principalmente a la patria en que nacimos, y estamos obligados,
aún por la ley natural. a defenderla hasta el punto en que los buenos
ciudadanos no vacilan en ofrendar su vida por la patria>> (Denz.1936a).
Tomen nota de estos juicios los dirigentes de
la política exterior peruana, tanto en las negociaciones con el Ecuador, cuanto
en referencia a la tenebrosa conspiración para adherir a la Convención del Mar,
lo que significaría, según José Luis
Bustamante y Rivero, una << típica mutilación territorial >> y
<< un grave delito contra el Estado >> ¡Traición a la Patria! (C.
Penal, art, 325). ANATHEMA
N° 148 .IX, 1997.
FUENTE: PARTE DE GUERRA, JULIO VARGAS PRADA.
PÁGS. 277 – 278.
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