Coincidiendo con el cuadragésimo aniversario
de la muerte de ese gran pontífice
que fue Pio XII, ocurrida el 9 de Octubre de 1958, se ha vuelto
a desatar una campaña contra su augusta memoria que no por vieja y
desacreditada deja se der insidiosa.
Sospechosamente, hubieron de pasar 18 años
desde el término de la Segunda Guerra Mundial, ya fallecido el Papa Pacelli, para que se
oyera la primera voz discordante y no precisamente proveniente de los medios
hebreos. En 1963 fue estrenada en Berlín una pieza teatral del
escritor alemán Rolf Hochhuth bajo el título de Die Stellvertreter (El Vicario).
En ella aparece un hipócrita Pio XII que se niega a denunciar el holocausto -
del cual tiene pruebas -. Por una secreta afinidad con el nazismo. Ya
como Pablo VI.
Montini ordenó la
publicación de todas las actas de la Santa Sede relativas a la Segunda Guerra Mundial,
que se hallaban en el Archivo Secreto Vaticano.
Sus once volúmenes son el mejor alegato en defensa de la memoria de Pio XII. RoIf Hochhuth dejo entrever
que había escrito El Vicario
alarmado ante la eventualidad de la canonización de Pio XII. Dato muy revelador es que quien suministro a Hochhuth la
mayoría de referencias de todo tipo fue monseñor Alois Hudal, antiguo rector del Colegio Teutónico de Santa María
del Ánima en Roma, cargo del que había sido removido por Pio XII debido a su descarado nazismo. Mons. era conocido como der
braune Bischoff (el obispo pardo).
Las fuerzas de ocupación alemana exigían de la comunidad hebrea de la Ciudad
Eterna un rescate consistente en 500 kilos de oro para anular la orden de deportación
que pesaba sobre ella. Reunido todo el precioso metal disponible no alcanzaba a
cubrir la cuota exigida. Entonces el gran rabino Israel Zolli, refugiado en el Vaticano,
pidió a Pio XII ayuda. El Sumo Pontífice
no dudo un instante y ofreció la diferencia del rescate, obtenida de fundir
valiosas piezas del Tesoro Vaticano.
Después de la guerra, el gran rabino Zolli no solo agradeció
públicamente al Papa por su valioso gesto, sino que pidió el bautismo,
recibiendo en febrero de 1946 en medio de una ceremonia que tuvo lugar en la
Basílica de Santa María de los Ángeles y
de los Mártires, en las antiguas Termas de Diocleciano, y tomando el nombre
cristiano de Eugenio en homenaje a Eugenio
Pacelli.
(Texto entresacado de un artículo de Rodolfo Vargas Rubio, publicado por la
revista AVE MARIA, No.632-Junio
1998., Barcelona –España).
<<LLEGARA UN DIA EN
QUE EL MUNDO CIVILIZADO SE APARTARA DE DIOS, Y LA IGLESIA A SEMEJANZA DE PEDRO,
TAMBIÉN DUDARÁ. CAERÁ EN LA TENTACIÓN DE CREER QUE EL HOMBRE HA LLEGADO A SER
DIOS, QUE SU HIJO ES SOLO UN SÍMBOLO, UNA
FILOSOFÍA COMO TANTAS OTRAS, MIENTRAS
LOS CRISTIANOS BUSCARÁN VANAMENTE EN LOS TEMPLOS LA LAMPARILLA QUE DENOTA LA
PRESENCIA DEL SEÑOR, EXCLAMANDO IGUAL
QUE LA PECADORA ANTE EL SEPULCRO VACIO. ¿A DÓNDE LO HAN LLEVADO?
Cardenal Pacelli
N° 162, VIII, 1998.
FUENTE: PARTE DE GUERRA, JULIO VARGAS
PRADA.
PÁGS: 304 – 305.
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