Personas poco instruidas en las verdades del Catecismo
se asombran de que muchos Santos se hayan mortificado expresamente. Impera una
civilización hedonista. Pero con el placer no se llega al Cielo. La Iglesia misma,
la esposa de Cristo, ha sido humanamente seducida por los agentes voluntarios o
involuntarios -Dios lo sabe- del Maligno. “La embriagaron con ajenjo” según León
XIII en su exorcismo contra Satanás y los ángeles apostatas. ¿Para qué? Para instalar en la cátedra de
Pedro “el trono de abominación de su impiedad”. No son palabras nuestras. Las
escribió el Papa. Y su visión se hizo realidad “LA AUTODEMOLICION DE LA IGLESIA”, confesada por Paulo VI ¿no es la prueba más severa que podamos
imaginar? Si los obispos y sacerdotes modernistas, liberales, masónicos,
escapan de todo sacrificio ¿qué resta para los fieles? El mundo ha quedado a
merced de sus pasiones y el placer es su ley. Todo debe sujetarse al placer,
nada puede contrariarlo, entorpecerlo, limitarlo.
“EL HUMO DE SATANÁS HA ENTRADO EN EL TEMPLO
DE DIOS “Lo reitera Paulo VI, responsable en gran medida de la revolución conciliar.
No estamos citando solamente a Pontífices tradicionales, anteriores al Concilio
Vaticano II.
Recogemos también las afirmaciones
estremecedoras de los Papas del Concilio.
Lo más grave
es que se ha quebrantado el sentido sacrificial de la Santa Misa, para acoplarse
a los dictados de Lutero. Si la “misa” conciliar, el Novus ordo, no es un
“sacrificio” entonces ¿Qué será? Una asamblea presidida por el
hermano sacerdote que dialoga cara a cara con los fieles en una comida conmemorativa
de la Cena del Señor. ¡Eso quería Lutero! Eso hay hoy en la Iglesia “conciliar”
(Benelli) ¿Duele? Claro que duele oírlo y más aún decirlo. Si no hay sacrificio
en el altar tampoco habrá sacrificio en los hombres. Y el que sufran no será
fecundo porque no será ofrecido a Dios.
Los bárbaros de hogaño dicen “Eso
fue bueno para su época. La Iglesia tiene que adaptarse a los nuevos tiempos”
Venga el modernismo, el liberalismo, el mundo de la gana, la sociedad
antropocéntrica donde el hombre tiene los derechos que se le antoja y nadie
recuerda los derechos de Dios.
Al penitente se le califica de “fanático “o “integrista”.
Y por ahí salen con el argumento de que Dios es amor. Pero no entienden lo que
ello significa: que por su amor a nosotros Jesucristo ¡Dios! Hecho hombre dio
su vida. ¡Santo Sacrificio de la Cruz! Para los protestantes basta con eso. No es
necesario que nosotros nos sacrifiquemos. ¿Y la deuda? ¿Cuál deuda? La que
debemos por nuestros pecados. Sin penitencia, pereceremos. ¡Palabra de Dios!
Ahora, mismo, ante la campaña antinatalista,
el mundo ha elegido al placer y ha rechazado la castidad. ¿Bastará que la
Iglesia proteste? No. Por principio de Justicia el castigo. Pero no hay
castigo. Y la lujuria, el escándalo y la promiscuidad ensucian las almas en
esta hora de tinieblas.
N° 113.IX ,1995
FUENTE:
PARTE DE GUERRA. JULIO VARGAS PRADA.
PÁGS: 199
– 200.
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